La inteligencia artificial y la renta presuntiva digital

Por: Dr. Juan Diego Sánchez Sánchez, Ph.D
Asesor y analista financiero, abogado, profesor e investigador

El impuesto a las ganancias, tanto para personas físicas así como jurídicas, es derivado de la explotación de un determinado giro comercial, usualmente gravado en un periodo de fiscalidad anual, y aplicable sobre la renta imponible, monto que en esencia, es definido como la utilidad operativa del periodo en cuestión, la cual es menester del contribuyente estimar, precisando la diferencia de sus ingresos gravables y los gastos deducibles asociados a su actividad lucrativa.

El proceso de definición de la base imponible para la cancelación del impuesto en cuestión, responde a un proceso registral y documental que el contribuyente debe realizar en seguimiento de sus obligaciones tributarias, donde deben reportarse los ingresos obtenidos, así como dar pie a la recepción de las facturas asociadas a los gastos de la operación. Este proceso tiene un ligamen directo a una actividad electrónica e informática, pues toda la operación, salvo excepciones específicas dadas por la misma normativa, debe darse por medio del sistema de facturación digital, software que almacena y determina en primacía el monto gravable.

Puede observarse una operatividad digital asociada de forma implícita a la gestión del impuesto a las ganancias, pues básicamente, la determinación final de la utilidad antes de impuestos de un contribuyente se encuentra totalmente ligada al sistema de facturación digital, tema que permite una trazabilidad y una potencial fiscalización y control evidentes del giro comercial, facultando así la determinación correcta del monto tributario a pagar, reflejando de forma univoca la realidad fiscal del sujeto obligado.

Al partir de una base registral y operativa electrónica, resalta la interrogante en relación a la posible intervención de una inteligencia artificial para la definición del monto gravable del contribuyente, mismo que pudiese ser determinado con un algoritmo inteligente, alimentado precisamente, por el sistema de facturación digital. Cabe indicar que este tipo de sistemas detallan un accionar en el cual se procesa una situación inicial que se convierte en una cognición segunda, esto en función de un algoritmo de programación, y con alimentación directa de metadatos que permiten la operativización de la condición de sujeto contribuyente y su monto tributario presunto.

Bajo este supuesto, y en función de la normativa referente a las potestades fiscalizadoras de la Administración Tributaria, no resulta contrario a una hipótesis aplicativa el uso de un sistema inteligente para esta diligencia, no obstante, su eventualidad operativa y posible implementación denota ser el punto de mayor falencia.

Ahora bien, dentro de las eventuales ventajas de un sistema inteligente en la determinación de la renta imponible, resaltan temas tales como una fiscalización más directa, una mejora en la precisión de los montos, la reducción de las simulaciones contables y financieras, así como un control cruzado para una mejora en la recaudación y disminución de la evasión. No obstante, y a contrario sensu, como puntos de contingencia, destaca una posible exageración y abuso de las potestades presuntivas de la Administración, donde, y en función de una mala definición del algoritmo inteligente, se desconozcan gastos asociables a la actividad lucrativa a priori, pudiendo generar un posible estado de indefensión latente en el administrado.

La discusión de fondo no parece estar en su posible aplicación, sino más bien en la funcionalidad y factibilidad de ejecución, pues es evidente la falta de eficiencia fiscalizadora y operativa de la Administración, pero es acá donde la posible integración inteligente de la renta presuntiva resulta ser de interés.

Más columnas de OPINIÓN aquí.