Sólo el 26% de las transacciones con tarjetas que se realizan en Costa Rica son mediante el contactless o pago sin contacto. Esto a pesar de que el 72% de los plásticos que circulan en el país ya cuentan con esta tecnología incorporada.
Así lo señala el estudio «Pagos sin contacto en Costa Rica: Una exploración profunda de un ecosistema emergente«, elaborado por Americas Market Intelligence (AMI), a solicitud de Visa.
A pesar de que el uso del contactless aún es bajo en el país, de acuerdo con el estudio, Costa Rica se mantiene como líder en la región en la implementación de esta tecnología.
Precisamente, una regulación elaborada por el Banco Central de Costa Rica (BCCR), permitió este crecimiento. Esto porque hizo obligatorio la implementación de infraestructura contactless.
Esta regulación, buscaba que al cierre del 2018 el 100% de las tarjetas en Costa Rica fueran contactless. Sin embargo, esto no se cumplió, llegando solamente a un 72%.
Para Lindsay Lehr, associate managing director de AMI, y quien lideró el estudio, un factor que influyó en la no consecución de la meta fue que los bancos en el país estaban esperando más tiempo para iniciar con campañas educativas para sus clientes.
A pesar de esto, agregó, Costa Rica tuvo un alto crecimiento natural en la implementación de esta tecnología sin contacto.
«A pesar de esto, aún es importante más esfuerzos de parte de los bancos para educar a los comercios y a los consumidores. Principalmente porque estos ya inician a entender los beneficios de los pagos sin contacto y hay que fomentar su uso», explicó Lehr.
Según los resultados de los grupos focales utilizados en el estudio, los consumidores les gusta cada vez más los pagos sin contacto. Esto porque los consideran más rápidos y convenientes comparado con los pagos tradicionales con tarjeta. No obstante, están preocupados por el tema del fraude en los pagos sin contacto.
El estudio indica que los pagos con contactless en el 2018 se utilizaron principalmente en supermercados, para compra de combustibles y en restaurantes. Para este tipo de pago se utilizaron más las tarjetas de débito.
Lehr explicó que esto se debió a que los bancos decidieron actualizar en primera instancia las tarjetas de débito de sus clientes, para posteriormente hacerlo con las de crédito.
El estudio destacó que las razones que dieron los bancos para migrar sus tarjetas al contactless fueron la reducción de fraudes, cumplir con la regulación del Banco Central, reducir el uso de efectivo y abrir camino hacia nuevas tecnologías.
Por su parte, para los comercios, el uso de esta tecnología les facilita la recuperación de ventas perdidas, una mayor lealtad de clientes, y la reducción del uso del efectivo.
A pesar de esto, los comerciantes consideran que existen barreras para continuar con la implementación de estos sistemas en sus locales. Destacan que no perciben el beneficio concreto, tienen problemas de capacitación y de integración con sus sistemas.
Además, tienen otras prioridades y muchos no perciben este tipo de pagos como estratégicos.
El estudio también determinó que de 22 compras realizadas con tecnología sin contacto, solo 4 se realizaron sin inconvenientes.
Entre los principales factores que provocaron estos inconvenientes fueron la posición de datafono que limitaba el acceso al consumidor. Además, que el comercio no contara con señalización de que se podía realizar pagos con esta tecnología y la forma en que el cajero solicitaba la identificación del cliente, también influyeron en la compra.
Otro elemento es que en muchos casos, el cajero no conocía la forma en realizar un pago sin contacto, por lo que el cliente debía explicarle.
En este sentido, la investigadora de AMI explicó que aún se deben dar más pasos para continuar con el avance de esta tecnología en Costa Rica.
«La instalación de la infraestructura de pagos sin contacto no es suficiente para incentivar la adopción de la tecnología por parte de de los consumidores. Hace mucha falta iniciativas de educación e incentivos concretos», dijo Lehr.
Agregó que el efectivo debe desaparecer a medida que los pagos sin contacto se realicen masivamente y para compras cotidianas de bajo valor. Esto especialmente en rubros donde el efectivo hoy día domina, como el transporte público.
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