Economía de Costa Rica crecería menos de lo estimado a inicios de año

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El Banco Central de Costa Rica (BCCR) redujo su expectativa de crecimiento para la economía nacional en este 2019 a un 2,2%. Además, estima que para el 2020 se dará una recuperación moderada llegando a un 2,6%.

Así lo anunció la entidad monetaria esta tarde en su Revisión del Programa Macroeconómico 2019-2020.

Estos nuevos datos una implica una baja de 1 punto porcentual (p.p.) y 0,4 p.p., en ese orden, con respecto a lo proyectado en enero anterior.

De acuerdo con el Banco Central, el menor crecimiento estimado obedece a una peor trayectoria de la economía internacional, a choques climáticos adversos, a la caída en el precio de importantes productos agrícolas de exportación, a bajos niveles de confianza de consumidores e inversionistas locales, y a la sub-ejecución de obra pública.

La tasa de crecimiento proyectada continuaría por debajo del crecimiento potencial de la economía costarricense (estimado en 3,5%), con lo que la brecha negativa de producto seguiría ampliándose.

Esto, aunado a expectativas inflacionarias contenidas y un moderado crecimiento proyectado de los agregados monetarios, explica que el pronóstico de inflación permanezca en torno al valor medio del rango meta en lo que resta de 2019 y en el 2020, con riesgos sesgados a la baja.

Por otra parte, el BCCR reiteró la meta de inflación de largo plazo en 3% ± 1 punto porcentual (p.p.).

Además, como parte de la revisión, el BCCR también acordó una reducción de 50 puntos base (p.b.) en la Tasa de Política Monetaria (TPM), para ubicarla en 4% anual a partir del 23 de julio de 2019.

Esta es la cuarta rebaja de este año (125 p.b. acumulado), y complementa las medidas de estímulo a las condiciones crediticias tomadas en los últimos meses.

Proyecciones revisadas de la economía

De acuerdo con Rodrigo Cubero, presidente del Banco Central, se estima un déficit en cuenta corriente de la balanza de pagos de 2,4% y 2,5% del Producto Interno Bruto (PIB) en el bienio 2019-2020, menor al previsto en enero. Este déficit sería más que financiado por el influjo de inversión directa. El saldo de las reservas internacionales netas (RIN) se prevé en 15,2% del PIB en 2019 y 13,6% un año después (12,5% en 2018).

En cuanto a las finanzas públicas, se proyecta una caída continua en el déficit primario del Gobierno Central a 2,1% y 1,2% del PIB, respectivamente, en comparación con 2,3% en el 2018. Sin embargo, el déficit financiero del Gobierno Central aumentaría a 6,3% del PIB en el 2019 y se moderaría ligeramente a 6,1 del PIB en el 2020, como consecuencia de la mayor carga por intereses.

Estos resultados incorporan el efecto de las medidas fiscales, y suponen la colocación de bonos por US$1.500 millones en los mercados internacionales y la aprobación de créditos multilaterales para apoyo presupuestario por un total de US$2.090 millones en los próximos 18 meses.

Dado el peso del servicio de la deuda y la gradualidad de la reforma fiscal, en los próximos años la razón de deuda del Gobierno Central a PIB mantendrá su tendencia creciente hasta alcanzar un máximo (alrededor de 65%) en el 2023.

En esta transición, el acceso al mercado externo permitiría reducir la presión sobre el costo de la deuda para los sectores público y privado, mejorar la estructura de la deuda pública, fortalecer la estabilidad macroeconómica y promover el crecimiento y el empleo.

Riesgos locales e internacionales

Existen riesgos provenientes del contexto internacional y del interno que, de materializarse, podrían desviar estas proyecciones.

Entre los primeros destacan un crecimiento de la economía mundial menor al proyectado actualmente por los organismos internacionales, choques en los precios internacionales de materias primas e implicaciones más adversas para el país de la situación sociopolítica de Nicaragua.

De los riesgos locales sobresalen la ocurrencia de tensiones sociales (huelgas) por periodos prolongados, choques de oferta relacionados especialmente con condiciones climáticas que afecten la producción de manera negativa, y un menor grado de ejecución de la inversión pública respecto a lo contemplado en este ejercicio. En general, el balance de riesgos para el crecimiento económico y para la inflación presenta un sesgo a la baja.

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