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Por: Katarinna Marín – katarinna1507@gmail.com
En repetidas ocasiones escuchamos motivaciones que nos dicen que debemos esperar por la cosecha una vez que hayamos hecho una abundante siembra. ¡Qué fácil suena esto! La realidad de la vida es que no es tan sencillo como parece. Un valor del cual podremos aprender mucha teoría y escuchar testimonios, pero que solo a través de la cruda vivencia personal es que comprendemos y desarrollamos, es la paciencia.
Esa espera que, en un puro acto de fe de si llegará o no el resultado deseado, no sabemos cuánto tiempo se prolongará. Para algunos días, para otros meses o años. Y, ¿qué pasa durante ese proceso? He aquí la clave del verdadero éxito: ¡La actitud con la que esperamos y las bases que nos sostienen en ese periodo!
Soy admiradora de la naturaleza en general; sin embargo, tengo una gran atracción por los árboles y las plantas. La belleza singular de cada uno me atrapa por completo. Desde niña crecí fascinada con la forma particular de las hojas, las flores, los troncos, sus colores y demás. Debe ser por ello que aprovecho cada oportunidad para extraer enseñanzas de cómo Dios obra a través de su creación. Una antigua historia que escuché, me enseñó acerca del bambú, una singular y majestuosa planta que tantos usos posee y que me gozo en apreciar. Según la historia, al plantar una semilla de esta planta, un experto cuidador sabe que por más que la riegue y la abone cada día, deberá esperar poco más de siete largos años para verla crecer. ¡Y lo realmente sorprendente es que en tan solo seis semanas crece más de treinta metros!
¿Qué pasó en esos siete años? ¿Acaso no estaba sucediendo nada? Claro que sí, la planta se dedicó a fortalecer y desarrollar raíces profundas que luego soportarían la gran altura que alcanzarían sus tallos.
¡Experto cuidador! ¿Cuántos de nosotros seremos expertos cuidadores de nuestra actitud, de nuestra vida?
Hace unos días, una hermosa mujer que estaba pasando por un momento difícil me escribió para desahogarse conmigo y me dijo lo mucho que me admiraba y cuánto desearía ser como yo, siempre fuerte y optimista. Ese día, sus palabras hicieron que brotaran lágrimas de mis ojos, porque esto no es tan cierto como parece. Yo soy tan humana como todos. Tengo necesidades y debilidades que muchas veces me han lanzado al abismo de la desesperación. He pasado y sigo pasando por experiencias duras que me han ido formando y por las cuales agradezco, porque sin duda no sería quien soy ni pensaría como pienso sin ellas.
No la culpo por pensar esto, ¿cuántas veces hemos deseado “el éxito” de alguien sin imaginar el precio que ha pagado por llegar ahí? Tenemos que mirar documentales, películas basadas en hechos reales o escuchar de sus bocas las lágrimas, el dolor, la soledad, la desilusión, las repetidas despedidas de personas que se amaban, las traiciones, las bancarrotas, el hambre, el frío y muchas más experiencias que tuvieron que enfrentar para llegar a ese momento y recibir el aplauso y el reconocimiento de su esfuerzo y perseverancia
No, querido lector, no podemos ni debemos ser nadie más. No podríamos con ello, ya que cada quien únicamente puede aguantar el peso de su historia, porque solo a través de ella es que se ha logrado alcanzar la fuerza suficiente y las “raíces” profundas para continuar viviendo.
Emprender esta vida es todo un arte que requiere que nos convirtamos en expertos cuidadores y eso solo se aprende en el caminar. Como dice mi mentor, el Dr. John Maxwell: “Pequeñas acciones crean grandes resultados”. Así que determina ser tú el que lleve el timón de tu vida, planifica de forma intencional qué deseas lograr y emprende pequeñas acciones que te acerquen a gozar de plenitud en todas las áreas y diariamente ejecútalas, como automáticamente te lavas los dientes después de cada comida.
¿Qué pasaría si el experto cuidador se cansa de cuidar la planta de bambú? En un instante echaría a perder toda la siembra. Quizá estés en medio de un día gris o de una oscura noche, pero recuerda que pronto llegará el amanecer y la luz te guiará con mayor facilidad y claridad. Espera por favor, recupera tus fuerzas y sigue, que lo mejor está por venir.
*Autora es Promotora de emprendimiento y conferencista de desarrollo humano.
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