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Por: Sebastián Sack e Ingrid Mora.
Vicepresidente Latam, y gerente general para Costa Rica, respectivamente, de Softline.
La pandemia precipitó una serie de cambios socioeconómicos y en tecnología que habrían sido impensables en tiempos «normales». Y cuya digitalización representa el impacto real y el potencial del llamado «pivote digital» de América Latina. Es decir, “el cambio drástico y concertado hacia las experiencias digitales en casi todos los aspectos de la vida cotidiana.
Desde un inicio de la pandemia, la tecnología no solo se convirtió en uno de los mejores aliados en términos económicos. Sino que también ha sido un elemento crucial para disparar la participación de costarricenses en el sistema bancario formal.
La inclusión financiera es un área en la que América Latina avanza con lentitud. Y es que previo a la pandemia, más del 70% de la población no estaba “bancarizada”. A cinco meses de la crisis, en octubre de 2020, un estudio de Mastercard reveló que más de 40 millones de latinoamericanos fueron «incluidos» financieramente por medio de diferentes programas desde sus teléfonos móviles.
En otro nivel, el comercio electrónico se ha convertido en una opción por default para los costarricenses. Esto en respuesta a la imposición del cierre de negocios y restricciones comerciales. Lo que casi duplica la actividad del comercio electrónico de un 45% de penetración al 83% en su punto máximo en Latinoamérica, según el mismo estudio.
Por ejemplo, MercadoLibre, aumentó los niveles de tráfico en un 80% durante el año. Esto hasta más de 130 millones. Lo que “habría sido inconcebible en tiempos normales».
No sería de extrañar que estos hábitos e indicadores se mantengan más allá de la pandemia y en más tipos de comercios. Solo en el 2020 en Costa Rica se realizaron 55 millones de transacciones a través de la plataforma digital minorista del banco. Lo que representa un asombroso aumento del 787% respecto al año anterior.
Analistas de la Corporación Internacional de Datos (IDC) estiman que para finales de 2021, casi tres cuartas partes de las medianas y grandes empresas de Latinoamérica estarán más cerca de adoptar los servicios en la nube como tecnología.
Las pruebas del impacto a nivel digital en América Latina son tangibles. Y es que a nivel regional, según la Asociación Global del Ecosistema Móvil (GMSA), el 72% de todas las conexiones móviles se realizaron a través de smartphones en 2020. Para 2025 se espera que esta cifra alcance el 80%.
Sin duda alguna los usuarios de estos dispositivos activaron las descargas de internet y la necesidad de mantenerse conectados a clases, trabajo. O bien, con fines de entretenimiento durante el tiempo de confinamiento, aumentó la demanda de una mejor velocidad.
Los impactos de la pandemia, en materia de la digitalización, banca, educación, entre otros, son cada vez más palpables en las diferentes industrias. Todo ello nos ha llevado a acelerar el desarrollo de nuevos negocios y experiencias en los consumidores.
Sectores como la educación, la banca, las empresas públicas y el comercio minorista se han convertido en una prioridad para su negocio.
La digitalización permitió a sus clientes reducir los gastos de capital. Mientras que el paso a la nube les permitió mitigar las incertidumbres iniciales. Ya se empiezan a ver las ventajas del «eje digital» a largo plazo. Esto en términos de productividad, flexibilidad y tiempo de comercialización.
Pese a los efectos de la pandemia en América Latina, la capacidad de adaptación rápida a la «nueva normalidad» es ya una realidad. Esta es la clave para configurar el futuro de manera que todos los segmentos de la sociedad y el comercio se beneficien.
Esto va desde los consumidores hasta los empleados, desde las empresas hasta las comunidades locales.
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