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Todo comenzó como un sueño hace dos años cuando 20 mujeres indígenas de la comunidad cabécar Grano de Oro, en Turrialba, quienes se dedicaban a la agricultura de subsistencia y a la atención del hogar. Sin embargo, decidieron transformar sus vidas con un negocio propio: una cafetería.
El grupo de mujeres puso en marcha en 2021 el proyecto Pulpería y Cafetería Alaklawä Täkiwa (Mujeres luchadoras) en la comunidad. Pero necesitaban más dinero para remodelar el lugar y dotarlo de las condiciones necesarias para atraer y atender a los turistas nacionales y extranjeros. La situación económica inicial del negocio no permitía que fuera sostenible a largo plazo y corría el riesgo de cerrar.
“Gracias al apoyo que hemos recibido del Banco Nacional tenemos cosas con las que antes no contábamos. Ahora hay más mujeres que quieren unirse, participar. Que quieren integrarse y aprender de liderazgo. Con la ayuda de todos ustedes, tenemos más fuerza, valor y ganas de hacer las cosas diferentes” mencionó una de las participantes del proyecto.
Para que este proyecto sea una realidad, se produjo la alianza de muchos actores. Como la Asociación de Desarrollo Integral, el Fondo Internacional de Mujeres Indígenas (FIMI). Y el Fondo de Mujeres Indígenas (AYNI), en conjunto con el Banco Nacional.
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Con los recursos brindados por el financiamiento, se renovó la infraestructura de la pulpería y se equipó la cafetería. Además, se compraron equipo e implementos necesarios para ponerlos en marcha, además se realizó instalación de los servicios de agua y electricidad.
A su vez, se desarrollaron capacitaciones y talleres para fortalecer las habilidades. Además de los conocimientos y las competencias de las mujeres a cargo del proyecto.
También, señala el comunicado, se ofrecieron espacios de aprendizaje, convivencia y participación para aprender conceptos básicos en administración, mercadeo y contabilidad. Ello sumado a capacitaciones en panadería, repostería y tecnología de alimentos.
Con este proyecto se benefician 20 familias indígenas agriculturas compuestas en su mayoría por madres, un promedio de 4 niños por hogar. Así como a adolescentes que no estudian ni tienen buenas fuentes de empleo y hombres que trabajan la tierra.
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