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Por: Rocío Solís Gamboa
Especialista en temas de niñez y adolescencia
Son personas menores de edad, en un proceso de crecimiento y de adquisición de la autonomía progresiva, y les toca enfrentar un mundo cada vez más convulso. Las imposiciones de una compleja sociedad, menos vida en familia porque los padres no tienen tiempo, un comercio que los persigue por ser un buen objetivo, escasas opciones para divertirse, acecho del hampa y de las drogas que se cuelan en los centros educativos. Estas y otras circunstancias, solo nos hacen concluir que hoy en día, quien crea que ser niño es fácil, se equivoca.
Quiero aprovechar este mes del niño, para llamar la atención al respecto. Ellos siguen siendo los luceros en nuestro camino, aquellos seres que nos alegran la vida y que nos devuelven la sonrisa cuando regresamos cansados y estresados del trabajo, pero en este siglo de modernidad, de materialismo, a las generaciones más jóvenes solo les resta adaptarse.
Los tiempos han cambiado y los niños de ahora no disfrutan como lo hacíamos nosotros en el pasado. Ya no pueden salir con los amiguitos a correr en la plaza, porque hay depredadores al acecho. Andar en bicicleta, ni pensarlo, por el peligro ante el crecimiento desmedido de vehículos. “Quedó”, “Llegó carta”, “Congelado”, todos esos juegos que hacíamos al aire libre, han sido sustituidos por el teléfono inteligente, la computadora y el play station, encerrados en la casa o en el sitio donde los cuidan.
Una tecnología que los expone a la pornografía y otros peligros, una cultura de consumismo que los hace desear lo que no pueden tener y les enseña a ejercer presión en los padres, para que se realice una compra. Se les bombardea desde todos los medios, imponiéndoles el tipo de físico ideal, así como los artículos que deben adquirir para lograr popularidad.
Y los padres, no tienen claro que significa educar a los hijos, ya no hay metas, sólo existe el miedo a equivocarse, y por eso, los dejan que hagan lo que quieran. No se les pone límites para no frustrarlos, no se les exige responsabilidad por exceso de protección. Otros, no tienen descanso, sometidos a largas jornadas de estudio y actividades extracurriculares.
Ya no hay tiempo ni espacio para el ocio, para la diversión, ya no llegan a la casa embarrialados y chorreando gotas de sudor y muchos padres tratan de compensar estas carencias con cosas materiales.
Además, hay una contradicción, se tiende a limitar y controlar a los niños en aspectos en los que deberían ser estimulados para que puedan crecer e ir paulatinamente independizándose. Pero en otros temas,como la sexualidad, se les estimula más de lo que correspondería a su edad y madurez.
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