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Por: Ronney Zamora
Economista y profesor con permanencia de la Universidad Fidélitas.
Los objetivos económicos han estado centrados en las últimas décadas en promover estabilidad macroeconómica interna y externa (metas de inflación). La retórica del déficit fiscal y el endeudamiento interno ya cansa a la población en general. No es que no sean importantes. Pero ya se ha dedicado demasiado tempo en su discusión sin llegar a ninguna solución. Esto porque nadie se ha atrevido a concretar la reforma del estado que se requiere. Es tiempo de cambiar de marcha hacia objetivos que la sociedad viene pidiendo a gritos. Como aumentar el crecimiento económico, reducir el desempleo y la pobreza.
Los retos para alcanzarlos requieren de un liderazgo político y económico. Así como de políticas multisectoriales y la negociación en la Asamblea Legislativa para apoyarlas. Ya las metas las conocemos. Pero cómo lograrlas, quiénes son los responsables y en cuánto tiempo las podemos lograr, son otra cosa.
Estructurar los planes de acción es un tema aún ausente y pendiente. Y muchas veces dejamos de escuchar las voces de la sociedad. Y ésta, ante su impotencia, simplemente manifiesta su descontento en las urnas al no ir a votar, como ocurrió en estas últimas elecciones.
Para que el país pueda integrarse en una dinámica de crecimiento importante debe crecer sostenidamente a niveles superiores al 5% en términos reales. Citemos solamente dos estrategias que se podrían seguir para lograrlo.
¿Quién va a tomar el liderazgo para ir a recorrer el mundo y convencer a las empresas que se instalen en nuestro país? ¿Quién tiene los contactos y el perfil para salir a convencer a inversionistas extranjeros que nuestro país es el adecuado? ¿Será el presidente o el ministro de Comercio Exterior? ¿Quién? ¿Qué instituciones podrían colaborar con ese objetivo, será la Coalición de Iniciativas para el Desarrollo (Cinde) una de ellas? ¿Qué otras? ¿Quién va salir al mundo a convencer a los mercados que nuestros productos y servicios son de clase mundial y que merecen ser exportados en mayores cantidades? ¿Qué instituciones podrían colaborar con ese objetivo, será la Promotora de Comercio Exterior (Procomer) una de ellas? ¿Qué otras? ¿Quién puede tomar el liderazgo para que las pequeñas y medianas empresas se integren en la cadena de exportación y generemos mayor valor agregado y oportunidades para el sector interno?
Este objetivo requiere de líderes políticos y empresariales que conquisten el mundo y lo traigan al país. Desde el escritorio y sin el liderazgo articulado no se pueden alcanzar estos objetivos.
Por años de años se ha venido discutiendo que la tramitología del estado a todo nivel es excesiva, que las cargas sociales son elevadísimas. Que existen estructuras de precio no competitivas que impactan la eficiencia de las empresas y aumentan el costo de vida. Que el sector financiero requiere mayor competencia para que bajen las tasas de interés.
Esta realidad requiere negociación política y liderazgo para tomar decisiones que van a beneficiar a la mayoría y perjudicar a grupos de poder. Como dicen en economía, siempre hay un costo de oportunidad.
¿Qué partidos políticos se van a comprometer a bajar las cargas sociales de este país? ¿Qué partidos políticos se van a comprometer a bajar el impuesto a los combustibles que eleva el costo de vida de nuestra nación?
Será que el presidente se va atrever a reducir el impuesto a la importación del azúcar y el arroz, que suben el costo de vida. O seguiremos protegiendo a esos grupos de poder.
¿Quién tomará la batuta para eliminar trámites burocráticos, automatizarlos y eliminar requisitos duplicados entre instituciones, que alargan los plazos de la gestión y la encarecen fomentando la informalidad? ¿Quién luchará con los mandos medios en las instituciones públicas que han hecho imposible que el exceso de tramitología desaparezca?
El flagelo de la pobreza y el desempleo requieren compromiso político y estructuración de programas multisectoriales. No es solo generar empleo para jóvenes, con estudios universitarios y con dominio de dos idiomas.
Entonces, ¿Quién va tomar el liderazgo para promover negocios o convencer a las empresas que brinden empleo en zonas rurales a mayores de 50 años que nadie los quiere contratar y a personas que no han terminado la secundaria, en especial a mujeres en todas estas categorías? Y esto debe ser así porque la pobreza tiene rostro de mujer, de zona rural, de adultos mayores, de seres humanos con poca educación.
¿Qué ministros van a tomar este reto? ¿Cómo hacer para fusionar o reestructurar tantas organizaciones públicas que se supone colaboran a reducir la pobreza y no lo hacen porque los costos de mantener su burocracia impiden que los recursos lleguen a las familias que más lo necesitan? ¿Qué institución y quién liderara este proceso? ¿Cómo hacer para que el sistema educativo e instituciones como el Instituto Nacional de Aprendizaje (INA) colaboren con programas especiales para que tantas personas, que por su condición requieren trabajar, también se preparen, estudien y logren mejores oportunidades en su vida?
Es tiempo de cambiar de marcha. Es tiempo para liderazgos y decisiones políticas. Es tiempo para el crecimiento económico y la lucha contra el desempleo y la pobreza.
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