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Por: Diego Cordero – Gestor de Proyectos de Normalización, INTECO
Como se ha visto en las últimas semanas, la controversia sobre la aceptación del plástico de un solo uso se ha convertido en tema muy discutido.
Lo que se propuso como una medida para contribuir con el ambiente, está causando incertidumbre en unas 250 empresas (incluidas pymes) que emplean a por lo menos 15.000 personas, según la Cámara Costarricense de la Industria del Plástico.
Afortunadamente, para toda situación se puede propiciar un balance y como parte del compromiso de generar consenso para promover competitividad, en Instituto de Normas Técnicas de Costa Rica (INTECO), estamos trabajando en conjunto con todos los interesados, para desarrollar una norma técnica sobre plásticos de un solo uso que demuestren ser biodegradables.
La norma tendría como foco a los consumidores pues le permitirá identificar, a través de un etiquetado, si los plásticos de un solo tienen desempeño ambiental o no, lo que definitivamente será un aspecto relevante en la decisión de compra.
Establece requisitos para el etiquetado RCM (renovable, compostable, compostable en ambiente marino) de productos con contenido de materiales plásticos, que permite identificarlos por su origen y por su capacidad de biodegradabilidad y compostabilidad, incluida en el ambiente marino.
Con esto, se espera promover la producción de plásticos biodegradables y un crecimiento económico de industrias alternativas renovables y compostables/biodegradables, fortaleciendo a la vez un mercado más verde, con la mayoría de los programas nacionales de investigación, tecnología y desarrollo centrados en el uso de biomasa renovable como suministro alternativo frente a los combustibles fósiles para la industria petroquímica.
Las principales razones de todo esto son la disminución del efecto invernadero, el desarrollo de procesos y productos compatibles desde el punto de vista ecológico, la diversificación de la agricultura más allá de la producción alimentaria y, posiblemente, la creación de empleo.
De hecho, la utilización de biomasa renovable (cosechas) y de los «residuos» agroindustriales emerge como alternativa clave. Realmente, los residuos constituyen la opción de suministro más prometedora: no sólo son baratos sino que su conversión resuelve otros problemas medioambientales, convirtiendo «residuos» en productos útiles.
Esto significa que los países sin posibilidades de ampliar sus producciones agropecuarias podrían beneficiarse económica y ecológicamente, reduciendo el impacto ambiental asociado a la eliminación de sus residuos industriales.
La norma podrá ser implementada por cualquier organización pública o privada que desee implementar en sus gestiones de compra, materiales plásticos biodegradables, ya sea para consumo propio, o bien, para su comercialización en el país. Podemos experimentar una reducción de la presencia de plásticos de un solo uso en ríos, playas, animales acuáticos y en sitios de disposición final en el país.
Esta norma es un primer paso y puede convertirse en un gran precedente de consenso y beneficios para todos y abre muchos caminos pues no se limita a productos y materiales plásticos, sino también aplica a productos sólidos, no metálicos ni vítreos, de uso y consumo, de origen orgánico vegetal y animal, o inorgánico, desechables, reutilizables, reciclables o no, y que se degradan por efecto de procesos no excluyentes entre sí o de biodegradación, entre otras condiciones.
Para lograr un balance se requiere que todos actuemos. Seguimos trabajando y nos mantenemos con las puertas abiertas para demostrar que se puede evitar la afectación al sector y el daño al ambiente al mismo tiempo, si sacamos provecho al diálogo y trabajo en conjunto. Un claro ejemplo es el trabajo que actualmente está desarrollando para el país el Comité Nacional CTN 12 GT 04 “Plásticos de un solo biodegradables”.
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