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Por: Dr. Juan Diego Sánchez Sánchez, Ph.D.
Asesor empresarial, abogado, profesor e investigador.
Las Neurociencias y la proliferación de tecnologías biométricas evaluativas de las decisiones de consumo, han permitido revelar aspectos como la sinapsis (contacto entre neuronas). Así como las activaciones en zonas cerebrales, tales como lóbulos, entre otros procesos neurales.
La Economía suele enfocarse en la maximización de los recursos y el beneficio racional mayor. Ejemplo se da en la ley de oferta y demanda. No obstante, el elemento emocional, muy ligado a neurotransmisores tales como la dopamina (deseo), adrenalina (excitación) y serotonina (satisfacción), entre otros, cambian el enfoque conductual del individuo. Esto pues más allá de establecer un beneficio de precio-cantidad, señalan una recompensa no razonada e integral. La cual está ligada más a lóbulos como el temporal. O bien al sistema límbico-emocional.
La elasticidad del precio pierde también potencia aplicativa al analizar el comportamiento humano desde una óptica neuroconductual. Esto pues al precisar activaciones ligadas a los sistemas emocionales, o bien, a la intervención de regiones relacionadas a la emoción como la amígdala y el núcleo accumbens (evaluador de recompensas), la racionalidad económica parece pasar a un segundo plano.
De esta forma parece necesario el añadido de un tercer eje transversal económico, adicional al precio y la cantidad. El cual esté definido por la neuralidad misma, impulsada en parte por la sinapsis ligada a la racionalidad, pero, en mayor medida, por las activaciones de procesos emocionales generadores de decisiones menos razonadas.
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