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Por: Rocío Solís, experta en temas de Niñez y Adolescencia.
Un bebé de dos meses asesinado, supuestamente, a golpes por sus padres. Una niñita de 10 meses muerta por desnutrición. Otra de 9 meses arrebatada de los brazos de su madre adolescente y desaparecida por su propio papá.
Sí, al igual que ustedes estos casos me hacen sentir consternada. Cada vez que se difunde una situación de estas, sobra quienes salgan a criticar y a condenar. Pero, ¿Qué estamos haciendo para frenar esta cruel realidad contra los niños?
Todos repiten hay que denunciar. Sí, claro, hay que hacerlo. Pero, ¿Qué mas estamos haciendo como sociedad? Los niños no llegan a este mundo con un manual. Es mentira que todas las personas por instinto están preparadas para ser padres.
Las agresiones tan grandes hacia los niños, hasta el punto de ocasionarles la muerte, nos indican una cosa. No todos pueden sobrellevar la frustración que a veces viene con la crianza de los hijos. Tampoco todos tienen tolerancia. La costumbre es repetir los patrones con los que se creció, aunque no fueran los mejores. O, por el contrario, caer en la irresponsabilidad y la negligencia.
Cuando ingresé al Ministerio de Educación hace 25 años, llegué con la ilusión de instaurar un Programa llamado Escuela de Padres. Mi idea no era que les enseñaran a leer o que les dieran clases de matemática o geografía. ¡No! Era que los guiaran sobre como educar con límites, pero con respeto y cariño. Quería hacer ver a los adultos la importancia de no traer hijos por traerlos. Y que, si no tenían capacidad psicológica o económica para darles una vida normal, que entonces los dieran en adopción.
Mi proyecto pronto quedó desamparado por falta de voluntad de muchos actores. Ahora vuelvo a levantar mi voz para pedir a las autoridades que no se queden con decir que barbaridad y echarle la culpa al Pani. Es cierto, es esta institución la que debe velar por el bienestar de nuestros niños. Pero también qué están haciendo para prevenir estas situaciones el IMAS, el Ministerio de Educación, las universidades. Así como el propio Hospital Nacional de Niños, la Iglesia, entre muchos otros.
Hay cursos de preparación para el matrimonio y para el parto. Pero no existe alguno que guie a los adultos en esa tarea tan grande, tan bendita, como la de ser padres. Así como guiar de la mano por el camino del bien y el amor a esas personas que les fueron encomendadas.
Es hora de que las instituciones tomen esa responsabilidad social. De que salden la deuda que se tiene con todas las personas menores indefensas. Las cuales, en este momento, están sufriendo cualquier tipo de agresión.
Los invito a retomar mi proyecto. Cada kínder, cada escuela, cada colegio debería tener una Escuela de Padres. Además de hacer que su asistencia sea obligatoria. Y dependiendo de cada nivel, abordar los temas con la seriedad y rigurosidad que merecen.
Es cierto, habrá quienes ni obligándolos lleguen. Pero si se logra revertir el proceso en algunos hogares y evitar más maltrato, más crueldad hacia esos hijos, el esfuerzo valdrá la pena.
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