La dinastía de las diputaciones

Marielos Gutiérrez, periodista.

Por: Marielos Gutiérrez, periodista.

Entre las muchas reflexiones que nos quedan de las elecciones nacionales, es prácticamente inevitable analizar la conformación de la nueva Asamblea Legislativa.

Da la impresión en algunos de los casos, de tratarse de una dinastía con cargos, casi heredados, que se “merecen” porque se forma parte de un grupo político dirigente consolidado. O, peor aún, por ser miembros  de familias destacadas en diferentes regiones. Las cuales tienen “el derecho” a ostentar el poder casi a perpetuidad.

Muchos ejemplos existen. De los más recientes, destacan  sobre todo en los denominados partidos tradicionales. Hay  un padre diputado electo, la hija dejando  una diputación, y antes la legisladora fue la tía. Aunque no están en cuestión las capacidades de las personas, surge la inevitable pregunta: ¿Es qué no hay líderes  diferentes? ¿Nadie considera la posibilidad de darle oportunidad a  nuevas figuras, que además refresquen con sus  caras y propuestas?

Ejemplos hay muchos. Entre los más recientes llamó la atención y por cierto bastante publicitada en los medios de comunicación, el caso de las esposas aspirantes de dos líderes políticos. Estos ya han ocupado diputaciones y otros cargos. ¿Qué pasó? Cuando inevitablemente una ganó el espacio, el esposo de la que no resultó favorecida, anunció su retiro de la campaña. ¿Se trataba de un compromiso con la Patria? ¿Partidario? ¿Ideológico? ¿O de solo una oportunidad que no se pudo aprovechar?

Y están también los que repiten como diputados. Y por más buena que haya sido su gestión en otro período, cabe preguntarse ¿qué pensarán los votantes de todas las provincias, cuando con frecuencia les presentan: “a los mismos de siempre”?

Diputaciones

Hay a quienes recordamos únicamente en cargos políticos, además de retornar a ocupar una curul,  antes han sido alcaldes y embajadores. Y otra vez ¿no tienen la capacidad estos grupos de poner a gente diferente? ¿No tienen, no encuentran? ¿Será que las caras nuevas no los quieren seguir?

Nos alarma el creciente abstencionismo. Unos partidos que emergen y otros que desaparecen. Pero invisibilizamos algunas de las causas del cada día creciente desencanto político. Lo cual nos lleva también a golpear las sólidas bases de nuestro sistema democrático.

¿Será posible que nos tengan más consideraciones a los votantes y se esfuercen un poquito por remozarse y presentarnos alternativas distintas en todos los ámbitos?

Tal vez así podamos salir un poco de esta etapa en que mucho nos encontramos, conscientes de nuestra obligación patriótica de salir a votar. Pero con muchas incredulidades y escasas ilusiones, considerando que debemos cumplir con la democracia. Esto votando por quien nos parezca “menos malo”.

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