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Por: Susana Rodríguez Zúñiga.
Investigadora Asociada de Lead University.
Costa Rica puede ser pionero en la región en el desarrollo del hidrógeno verde. Para esto, no sólo debe existir la complicidad y trabajo coordinado entre política pública e iniciativa privada. Sino que resulta medular tener de base una apuesta clara en asumir la transición energética con nuevas tecnologías para reinventar los mercados.
Varios países del mundo, entre ellos Costa Rica, firmaron el Acuerdo de París como una acción decidida y valiente. Esto para enfrentar el cambio climático y su impacto al medio ambiente. Hoy, el mundo enfrenta uno de sus mayores retos en materia de ambiental y las decisiones desde la política públicas son -quizá- el más importante desafío para generar actividades económicas que promuevan el desarrollo país. Y que a su vez, contribuyan en el cumplimiento de los acuerdos mundiales en esta materia.
Consecuencia de lo anterior, se da un auge de tecnologías innovadoras que han permitido transformar las matrices energéticas de cada país. Esto hacia tecnologías limpias, no sólo en la generación eléctrica, sino también en los diversos usos de la energía.
El Hidrógeno es hoy la apuesta más reciente junto con el almacenamiento de energía. Esto en el contexto que el fenómeno disruptivo impone. Lo cual, no debe sorprendernos, puesto que, ya en el pasado discusiones similares se dieron con la irrupción de tecnología fotovoltaica, eólica o inclusive con aplicaciones como los vehículos eléctricos. Todas hoy día adaptadas y poco ajenas en nuestra cotidianidad.
Uno de los pilares que plantea la International Renewable Energy Agency (IRENA) en su informe para formulación de políticas asociadas al hidrógeno verde es la construcción de estrategias nacionales. Dando inicio con el establecimiento de programas de investigación y desarrollo para comprender los fundamentos de la tecnología y desarrollar el conocimiento.
Países de América Latina, como el caso de Chile, han anunciado la ruta a seguir para desarrollar la actividad del hidrógeno. Cuya estrategia nacional de hidrógeno verde parte del fortalecimiento local para posteriormente apostar a mercados globales con metas al 2025-2030 y posterior.
Colombia por su parte, apuesta por una ley que enmarque las iniciativas y genere un marco regulatorio. Con la idea de promover innovación, investigación, producción, uso y emprendimientos enfocados en el mercado del hidrógeno verde.
En el caso de nuestro país vecino Panamá, se ha presentado como un puente con el mundo para exportar hidrógeno. Aprovechando la infraestructura existente y estratégica a través de su Canal.
En el caso costarricense, el país debe avanzar en una política pública que permita generar las condiciones para apostar por una economía de Hidrógeno verde. El Plan Nacional de Descarbonización y más recientemente el proyecto de ley 22.392 son dos claros ejemplos de que se puede avanzar con esta tecnología. Así como de la consolidación de una economía del hidrógeno.
Sin embargo, en la práctica ninguna de las dos normativas han avanzado lo suficiente para lograr los fines esperados. Por supuesto, este proceso requiere tiempo. Pero debemos, como país, iniciar su discusión a la brevedad, no sólo desde su enfoque político, si no desde los múltiples puntos de vista.
Hoy, el reto es grande y la visión de política pública en materia energética implica ver de sólo una tecnología. Conlleva avanzar sobre la base de una visión de largo plazo sobre el futuro de Costa Rica en materia.
Costa Rica puede aprovechar su actual infraestructura e institucionalidad para dar un paso a nuevas tecnologías. Hoy la del hidrógeno. Mañana serán nuevos mercados.
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