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Por: Luis Emilio Muñoz
Gerente comercial y de operaciones Instacredit
Cuando las personas se proponen mejorar su composición corporal, ya sea bajando peso o aumentando músculo, deben apegarse a un plan de alimentación y de ejercicio, que se complementa con diferentes hábitos que impulsan los resultados.
Sin embargo, muchas personas se topan con una realidad en la que empiezan muy bien el proceso, pero semanas después (o días) desisten y vuelven a comer lo mismo de antes y/o a bajar el ritmo de la actividad física. La mayoría de ocasiones esto pasa porque cambiaron sus acciones, pero su mentalidad se mantuvo igual.
Hicieron mejoras en su día a día, pero buscando un resultado inmediato, que depende de muchos factores y no llega de la noche a la mañana. Es decir, no adoptan una alimentación consciente.
Esta misma situación sucede con las finanzas. Ambas metas requieren información, disciplina, constancia y, sobre todo, atacar la raíz del problema. No sirve de mucho elaborar un presupuesto mensual, sino se cumple puntualmente. Un crédito es una buena herramienta si se tienen objetivos definidos y un plan de pago de acuerdo con las posibilidades de cada persona.
De hecho, sin una administración financiera consciente y responsable, cualquier estrategia será solo un paliativo temporal.
Como expertos en finanzas y por nuestra relación cercana con los clientes, somos testigos de la necesidad urgente de fortalecer la educación financiera y fomentar una gestión más responsable del dinero.
Desde el proceso de cobro vemos cómo muchos tramitan su crédito pero no están conscientes de que lo deben pagar puntualmente, como sí lo hacen con otros rubros como los servicios públicos. Esto se puede deber a que, contrario al financiamiento que brindan las entidades, la falta de pago oportuno de los recibos de luz o teléfono conlleva una consecuencia casi inmediata que es la suspensión del servicio, mientras que con los créditos las implicaciones se ven más a mediano plazo.
Si queremos tener plenitud y prosperidad en nuestra economía, debemos ir a la raíz de malos hábitos como solicitar un crédito sin analizar la capacidad de pago o firmar contratos sin entender sus condiciones: muchos deudores desconocen conceptos básicos como intereses corrientes, intereses moratorios y cargos administrativos y esto les genera sorpresas desagradables.
También, existe la percepción errónea de que las entidades financieras son enemigas del cliente cuando se presenta un atraso en los pagos. No obstante, ignorar las llamadas o mensajes de los acreedores solo agrava la situación. Muchas instituciones ofrecen alternativas para regularizar los pagos, como reestructuraciones o acuerdos de pago. Mientras más rápido se atienda la situación, más opciones existirán para evitar un impacto negativo en el historial crediticio.
Cada día de atraso en un crédito tiene consecuencias financieras. Además del capital e intereses corrientes, se suman intereses por mora y costos administrativos. Con el tiempo, esto puede duplicar o triplicar la deuda inicial. No regularizar la situación puede llevar a procesos judiciales, embargos y daño en el historial crediticio, limitando el acceso a futuras oportunidades de soluciones crediticias.
El financiamiento es una excelente herramienta si se da una gestión correcta al mismo. La falta de administración adecuada de las deudas puede generar angustia y afectar la estabilidad económica de una persona o familia. Sin embargo, al igual que con la salud física, si se adoptan hábitos financieros saludables y se cambia la mentalidad en torno al dinero, es posible mejorar la calidad de vida y garantizar un futuro económico más estable.
Es hora de que las nuevas generaciones rompan el ciclo de desinformación y falta de conciencia financiera. No basta solo con reducir gastos hormiga; se requiere una transformación en la manera en que se toman decisiones económicas. La educación financiera es clave para que los costarricenses gestionen mejor sus recursos y vean el crédito como un aliado, no como un obstáculo y eso es responsabilidad de todas las partes del ecosistema financiero nacional.
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