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Por: Héctor Cobo, VP Regional para SAS México, Caribe y Centroamérica.
Estamos en la recta final de 2022, un año de grandes desafíos, pero también de oportunidades relevantes para las organizaciones de todo el mundo. Durante más de dos años, su fortaleza y resiliencia pasaron duras pruebas y hoy están aplicando las lecciones aprendidas para retornar su camino hacia el crecimiento. Así como la rentabilidad.
Están conscientes de que deben aprovechar todos sus datos, la información y las innovaciones tecnológicas a su alcance para participar en la era digital. Necesitan también continuar con la inercia que les dio la pandemia para seguir transformándose digitalmente. Esto, al tiempo de automatizar y optimizar sus procesos, y establecer una relación más estrecha y personal con clientes y socios.
Al interior, la adopción del trabajo remoto y la migración de aplicaciones críticas para el negocio a la nube les abren las puertas a nuevas formas de colaborar. El concepto tradicional de empresa amplía sus límites para llevar la productividad donde quiera que se encuentre el capital humano.
La visión que se está creando del futuro se crea a partir de la historia que están contando los enormes volúmenes de datos. Así como las interacciones que se registran a diario entre las empresas y los individuos.
Para escuchar y comprender esa historia, la analítica es fundamental. A lo largo de 30 años, en SAS hemos colaborado con las empresas para traducir esos datos en insights que tengan sentido para su negocio. Más aún, para tener una visibilidad más extensa y clara de cómo se están desempeñando en sus nichos de mercado. Ello a fin de establecer la estrategia eficaz ante los cambios en el entorno.
Hoy, sin duda, la analítica es una parte esencial de las empresas. Ya no es una opción, sino una herramienta estándar que les permite profundizar en sus datos para extraer conocimientos valiosos e impulsar su crecimiento.
Al mismo tiempo, innovaciones como la inteligencia artificial, el machine learning, el Internet de las Cosas (IoT). Así como la inteligencia de clientes (CI) y la automatización, tienen como base la analítica.
Como empresas data-driven, siguen transformándose digitalmente en todos los ámbitos. Por ejemplo: retail, banca, salud, telecomunicaciones, manufactura, servicios, entre muchos otros. Por tanto, en los próximos años se prevé una evolución constante en cómo se dirigirán a los consumidores y personalizarán sus campañas y productos. Ello de acuerdo con sus perfiles individuales.
Y es que algo de lo que hemos aprendido es que nada está grabado sobre piedra. El comportamiento y hábito de compra de la gente puede cambiar en cuestión de días. Más cuando los entornos físicos y digitales se mezclan (phygital). Este escenario requerirá de un análisis a fondo y preciso de los datos derivados de las transacciones y del desplazamiento de los compradores en las tiendas. También, de las aplicaciones móviles y los portales de comercio electrónico.
Incluso, deben ser capaces de percibir el sentimiento de los clientes. Ello ante factores como la atención, la inmediatez, la seguridad de su información financiera y personal y los costos. Incluso, las iniciativas para proteger el medio ambiente y reducir la huella de carbono tienen ya un peso importante en sus decisiones de compra y lealtad con una marca.
En los próximos años, las empresas tendrán que tomar muchas más decisiones de negocio. Y hacerlo con mayor rapidez. Esto para adecuarse a las cambiantes condiciones del mercado. La pandemia fue una prueba difícil, y las empresas que mostraron resiliencia y fortaleza son las que tienen terreno avanzado para prosperar hoy.
Al mismo tiempo, necesitarán hacer cambios de fondo en la manera en que atienden a sus clientes y colaboran con sus empleados y socios. Para ello, requerirán de utilizar eficazmente tecnologías como la analítica, la inteligencia artificial, el machine learning y la automatización, entre otras.
Y esto es fundamental a medida que la competencia se vuelva más agresiva. Pues tendrán un margen cada vez más reducido para responder. Así como para diseñar las estrategias que les permitan sobrevivir en el marco de una nueva realidad que no permanecerá inerte.
Su fortaleza radica, por tanto, en un activo que ya tienen y que se enriquece día con día: sus datos. Y su capacidad para obtener los insights que tengan más sentido para su negocio y su disposición a escuchar la historia que están contando les dará una visión más objetiva del rumbo que tomarán en el mediano a largo plazos.
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