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Por: Gina Cuza
Directora del Área de Conservación Marino Cocos.
Cuidar nuestros mares, sería la herencia más importante que podemos dejar a nuestras futuras generaciones. El ser humano históricamente presenta una dependencia por los océanos. Desde la construcción de las grandes ciudades y asentamientos a los márgenes del mar hasta el vínculo recreacional y de paz que nos brinda los días de sol y mar. Es por ello que las malas decisiones respecto a un desarrollo insostenible, se podrán traducir en una realidad sombría. Tenemos que recordar que convivimos en un planeta que es 70% agua y 30% tierra.
Aunque muchos tenemos un corazón enamorado por el mar y su biodiversidad, aún nos falta mucho camino por recorrer hacia un cambio de mentalidad. Pero sobre todo de modo de vida para que cada decisión y acción que tomemos desde nuestro vivir, se traduzca en consecuencias positivas.
Costa Rica desde hace 200 años ha sido un país marino. Casi once veces más grande en su espacio oceánico que continental, nuestro mar nos hace grandes. Sin embargo, actualmente las Áreas Marinas Protegidas representan tan solo el 2,7% de sus aguas jurisdiccionales. Una cifra muy por debajo de las metas de conservación nacional e internacional. Pero, sobre todo, una cifra insuficiente para asegurar la preservación a perpetuidad de ecosistemas y especies únicas en el mundo. Así como de especies en peligro y vulnerables y de especies que son el sostén alimenticio y de modo de vida de la humanidad.
Esto supone un reto de asumir un mayor liderazgo como país y poder fortalecer una de las áreas más ricas para investigación, turismo marino, endemismo y que llena de orgullo a los ciudadanos. Es decir, el Parque Nacional Isla del Coco.
Esta es la joya marina de conservación de Costa Rica. Sitio que aporta la mitad de la riqueza biológica única del país con un 47,4% de endemismo. Y que es hogar de más de 1688 especies de fauna marina.
A pesar de presentar indicadores de buena salud en los ecosistemas marinos, gracias al trabajo de muchos guardaparques que son guardianes de estos tesoros nacionales, las Áreas Marinas Protegidas, se enfrentan a varias presiones. Entre las que destacan sobrepesca, pesca ilegal, no declarada y no reglamentada, efectos del cambio climático. Además de la contaminación y las inadecuadas prácticas productivas.
Es necesario tener presente que el clima del planeta lo rigen los océanos. Por ende, es importante que ese 50% del oxígeno que generan, y esa cantidad de dióxido de carbono que absorben, sean mantenidos como servicios ecosistémicos. Esto mediante la protección efectiva de sus ecosistemas.
Es vital integrar un enfoque de conservación y uso sostenible de los ecosistemas marinos y su biodiversidad. Esto con el fin de ser congruentes. Es necesario generar información y apoyar decisiones basadas en ciencia. Así como, abrir espacios, en que todos los costarricenses aporten, analicen y promuevan conductas que pueden beneficiar el mar y a su uso sostenible.
Al final, cada acción puede dar equilibrio y beneficios para los usuarios del mar. Cómo conservación, cultura, investigación, turismo, recreación y espiritualidad, transporte y pesca.
Muchos científicos y proyecciones realizadas por vastos estudios en temas de cambio climático y resiliencia del planeta han alertado que nuestra generación puede ser la última que pueda hacer algo por la conservación de nuestros ecosistemas. Así como de la vida tal cual la conocemos y la evidencia nos muestra que esta realidad está también en nuestro espacio marino.
Los datos para el Área de Conservación Marina Cocos indican que de las 36 especies de rayas y tiburones que se reportan para el ACMC, 11 están casi amenazadas. Mientras que 11 son vulnerables, 3 en peligro de extinción y 1 en peligro crítico de extinción.
Además, una evaluación global reveló que el 25% de todas las especies de tiburones y rayas del mundo están en peligro de extinción. Adicionalmente, hay una estimación de los últimos 30 años de una disminución de un 45% de las especies de tiburón martillo.
Todos tenemos aún la oportunidad de asumir la responsabilidad de generar acciones. Las cuales reviertan la crisis que experimentan nuestros océanos. La protección de las áreas marinas protegidas es vital. Pero esto sobre un cambio de modo de vida que procure prácticas más sostenibles de producción y consumo, iniciando por acciones sencillas.
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