El valor de las instituciones centenarias en Costa Rica

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Georgina Díaz Gerente General Sociedad de Seguros de Vida

Por: Georgina Díaz                                                                                                 
Gerente General Sociedad de Seguros de Vida

Costa Rica es un país con una gran tradición institucional, donde sobresalen algunas entidades que han cimentado su existencia por más de un siglo, convirtiéndose en piezas fundamentales del desarrollo económico, social y cultural.

Estas instituciones, al haber superado el paso del tiempo, han demostrado una solidez invaluable, adaptándose a los cambios y desafíos de cada época, pero sin perder su compromiso con el bienestar de los costarricenses.

En un mundo caracterizado por la volatilidad y la incertidumbre, contar con instituciones centenarias es sinónimo de estabilidad y confianza. Su trayectoria no solo respalda su credibilidad, sino que también evidencia su capacidad para evolucionar sin perder su esencia. En Costa Rica, entidades como los bancos estatales (el Banco Nacional fundado en 1914 y el Banco de Costa Rica en 1877), la Universidad de Costa Rica (creada en 1940) y la Cruz Roja Costarricense (fundada en 1885) han sido clave en el desarrollo del país.

Para nosotros es un orgullo compartir esa condición a la par de estas grandes instituciones, al cumplir este 2025 105 años de existencia.

La Sociedad de Seguros de Vida del Magisterio Nacional, fundada en 1920, ha brindado respaldo y bienestar a miles de trabajadores de la educación y sus beneficiarios, asegurando una herencia que trasciende los años a partir de un modelo único de solidaridad en la administración de pólizas de vida para ese sector.

Como instituciones centenarias tenemos un papel fundamental en la consolidación de derechos y oportunidades. Hemos sido testigos y protagonistas de las transformaciones del país, garantizando la continuidad de servicios esenciales en áreas como la educación, la salud, la seguridad y las finanzas. Además, al contar con décadas de experiencia, hemos logrado perfeccionar nuestros modelos de operación, implementando mejoras que benefician a miles de costarricenses y asegurando que sus servicios se mantengan accesibles y confiables.

Otro de los beneficios que aportan estas instituciones es la estabilidad económica. Al ser organizaciones consolidadas, contribuimos a la confianza de los ciudadanos en el sistema financiero, educativo y social.

La existencia de entidades con más de un siglo de trayectoria permite que el país mantenga un equilibrio institucional que favorece el crecimiento sostenido y la protección de los sectores más vulnerables. Su presencia a lo largo del tiempo es, además, una garantía de resiliencia, demostrando que han sabido sortear crisis y transformaciones sin perder su esencia.

Su capacidad de mantenerse vigente y eficiente en un entorno cambiante es prueba de su compromiso y visión a largo plazo. De hecho, en el inicio de nuestro segundo siglo, nos enfrentamos con éxito, nada más y nada menos que a la pandemia.

Hoy, podemos decir que salimos victoriosos, pues nuestra solidez no solo nos permitió superar el embate del fenómeno en todos los ámbitos, sino que, solo durante el año 2021 pudimos cubrir la liquidación adicional de pólizas equivalente a aproximadamente $10 millones debido al aumento de muertes, sin comprometer la estabilidad financiera de la institución. Estos recursos, provenientes de reservas propias generadas por el aporte de los asociados, reflejan el compromiso mutuo de solidaridad y apoyo.

Y vamos por 100 años más de sostenibilidad.

En un contexto global donde la incertidumbre y la fragilidad institucional pueden generar desconfianza en la población, el valor de estas entidades trasciende lo simbólico. Representan, en muchos casos, un modelo a seguir para nuevas organizaciones, ya que han sabido construir confianza con transparencia y eficiencia. Son, en definitiva, pilares del desarrollo y guardianes de la historia costarricense, preservando valores que fortalecen el tejido social y económico del país.

Por ello, reconocer y fortalecer a las instituciones centenarias es una responsabilidad compartida entre el Estado, la sociedad civil y el sector privado. Su permanencia y relevancia dependen de una visión de largo plazo que permita seguir beneficiando a las generaciones presentes y futuras. En tiempos de cambio, su ejemplo y legado nos recuerdan la importancia de construir con bases sólidas y con un propósito claro: el bienestar de Costa Rica y su gente.

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