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Por Mario Morera.
Gerente y consultor financiero.
Los ciclos económicos de la historia costarricense han pasado por una serie de procesos estructurados en ideologías políticas. Como la nacionalización de los medios de producción a finales de los años 50, el modelo de sustitución de las importaciones en los años 70. Así como las tendencias neoliberales en finales de los años 80 y más recientemente la integración a una economía global a inicios del nuevo milenio.
Pasamos de monocultivos de café y banano, hacia la diversificación de las exportaciones. A la inversión estratégica en turismo. Y más recientemente al modelo de zonas francas para la atracción de centros de servicios compartidos como la solución económica.
Grupos y personajes políticos, aspirantes al Gobierno 2022-2026, sugieren la inversión en la extracción de la minería. Así como la duplicación del parque de zonas francas, la inversión en obra pública y un cúmulo de propuestas sin lectura de la nueva realidad. La cual nos la dio la pandemia y la tendencia mundial actual.
El mundo gira hacia el empleo global. No hay sentido en invertir en construir edificios para traer empresas que ya no vendrán. Desgastar el recurso natural o insistir en modelos de transporte que no responden a esquemas de autosuficiencia operativa.
Hay millones de empleos en el mundo. Es la vía simple de lograr inversión extranjera mediante capital humano, Costa Rica es tierra fértil al modelo. Y sin embargo no se dictan políticas públicas estructurales que nos faciliten las circunstancias.
La propuesta en empleo global debe apuntar hacia la universalidad de las telecomunicaciones, mediante la ampliación del ancho de banda para facilitar el acceso y reducir tarifas (es tan vital como la luz y el agua), también certificar a la nueva generación en un nivel del idioma inglés como mínimo B2+, aprovechando plataformas mundiales de capacitación en la educación pública o dictando unas 600 horas adicionales en los centros vocacionales (en el sexto año de la Educación Superior).
Nuestras universidades deben ampliar la oferta educativa en ingenierías o cualquier área de la ciencia que integre la automatización.
No tenemos ni siquiera marcos legales para crear los esquemas tributarios en remesas. Así como impuesto de la retención en la fuente o cargas sociales para salarios percibidos en el extranjero. Y el proyecto de renta global sigue siendo discordia en los estratos políticos.
Los sistemas de pensiones deben apuntar hacia una retención en el consumo y no en una retención al salario.
Es momento de girar el rumbo. Debemos apuntar a la discusión política de altura. Pensar en prospectiva lo que el mundo le establece al país y no el país tratando de cambiar el mundo.
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