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Por: Erick Rojas, abogado.
La pandemia del Covid trasladó muchos retos a nuestra economía. La contracción del consumo, así como las políticas adoptadas para prevenir la propagación del virus, aumentaron el desempleo y contrajeron el PIB. Dentro de dichas medidas destacaron los confinamientos, aforos y restricciones viales.
Antes del 2020, Costa Rica ya padecía un grave déficit fiscal. Este ha venido creciendo desde 2008. La crisis financiera internacional del 2008 condujo a un crecimiento abrupto del gasto público. Desequilibrando las finanzas gubernamentales. Para el 2022 se proyectó un déficit fiscal del 4.29% del PIB, así como un endeudamiento del 67.2% del PIB. En 2008 la deuda pública representaba apenas un 24% de su economía.
Los efectos de la pandemia aún persisten. A modo de elevado desempleo, desajuste inflacionario y endeudamiento público. Para remediar este panorama conviene preguntarnos: ¿En cuál etapa del ciclo económico nos ubicaríamos actualmente? Esta interrogante permitiría determinar las políticas adecuadas para reactivar el crecimiento. Para este fin, resulta necesario analizar nuestro desempeño macroeconómico entre el 2020 al 2022.
En el 2020, la economía costarricense atravesó una etapa depresiva. El PIB real se contrajo un 4.1%. La inflación se redujo del 2.1% a 0.7%. El desempleo ascendió al 20%, el más alto en, al menos, veinte años. Para atender la crisis, el gobierno elevó su endeudamiento del 56.4% al 67.2% del PIB. Ello elevó su déficit al 7.26% del PIB.
Desde febrero del 2020, el Banco Central empezó a reducir su tasa de interés. En enero, dicha tasa se encontraba en 2.75%, para concluir el año en 0.75%.
Sobre el resultado del 2020, la OCDE comentó:
“Por ser una economía pequeña abierta, Costa Rica está sumamente expuesta a los efectos económicos globales del coronavirus. Los principales canales de transmisión son el comercio y el turismo. La economía costarricense se ve afectada por demoras logísticas en la obtención de suministros, menor demanda extranjera de bienes y servicios y una caída del turismo. La caída del turismo afectará particularmente a Costa Rica, ya que la contribución directa de esa actividad al PIB asciende a 6%.”.
Según el Banco Central, la variable más perjudicada, dentro de la composición del PIB, fue el consumo de los hogares. Esta última redujo su peso en 0.7% como total del PIB. En cambio, el gasto público, también como componente del PIB, incrementó su peso en un 0.9%.
A partir del 2021 cesaron gran parte de las medidas de confinamiento. Asimismo, se inició la vacunación a gran escala. Como consecuencia, el PIB real creció en 7.8%.
La tasa de política monetaria se elevó del 0.75% al 1.25%. El déficit presupuestario se redujo de un 7.26% del PIB a un 5.18% del PIB. Sin embargo, el endeudamiento público pasó de un 67.2% del PIB a un 68.2% del PIB. Sobre el 2021, el Banco Mundial comentó sobre Costa Rica:
“Un sólido desempeño económico en 2021 y la disciplina del gasto permitieron una consolidación fiscal más rápida de lo esperado y comenzaron a mejorar los resultados sociales y del mercado laboral. El Producto Interno Bruto (PIB) se recuperó un 7,8 por ciento en 2021 después de la mayor caída en cuatro décadas en 2020. Un fuerte repunte en la fabricación, particularmente de equipos médicos, y una recuperación gradual en los servicios y la agricultura elevaron el PIB por encima de los niveles anteriores a la crisis.”
De acuerdo con el Banco Central, en el 2021 se volvió a contraer, dentro de composición del PIB, el peso del consumo de los hogares. A diferencia del año anterior, también se contrajeron el gasto público y las exportaciones netas dentro de la composición de esta métrica macroeconómica. Únicamente se registró crecimiento en el peso de las inversiones.
En lo que respecta al 2022, el FMI proyectó un crecimiento del PIB real en 3.8%. Así como una inflación del 8.9% y un desempleo del 12.5%. Recálquese el considerable repunte inflacionario. Con respecto al déficit fiscal, se espera que este año se reduzca del 5.18% del PIB a un 4.29% del PIB. El endeudamiento público se proyecta que baje de un 68.2% del PIB a un 67.6% del PIB. A lo largo del año, el Banco Central aumentó sus tasas de interés, iniciando en 1.25%, para concluir en un 9.00%.
El siguiente cuadro resume el desempeño macroeconómico del país durante el período en estudio:
Actualmente, Costa Rica se ubica dentro de una fase de estancamiento dentro del ciclo económico. El inicial crecimiento abrupto, alcanzado en el 2021, se ha ralentizado. Por ello, la reducción del desempleo ha encontrado nuevos obstáculos. Un nivel de paro del 12.5% está lejos de considerarse como aceptable. Otros países de la región, como es el caso de México, Nicaragua y Panamá, cuentan con cifras de desempleo en 3.7%, 7.2% y 10.0%, respectivamente.
A corto plazo, las presiones inflacionarias (ubicadas en 8.9%) impiden el uso de políticas monetarias o cambiarias. Consecuentemente, resulta apremiante disciplinar las cuentas fiscales. No solo para evitar cualquier eventual default, si no para emplear medidas drásticas que dinamicen el mercado laboral.
El desbalance fiscal ha obligado a posponer nuevos regímenes de exoneración, así como decisiones de inversión. Dentro de las exenciones, cabe destacar la necesidad por ampliar beneficios fiscales a los sectores como agrícolas, turísticos o ensambladores.
En el campo de inversiones, Costa Rica se ha relegado en materia de logística y tecnología. El país ha logrado atraer gran parte de su inversión extranjera gracias a su capital humano. Por ello, convendría un mayor gasto público en la formación de un capital humano, que esté a la altura de las expectativas del mercado internacional. Esto último no solo significan capacidades técnicas, si no, además, dominio de un segundo idioma.
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