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Por: Sandra Vaz, vicepresidente, Partner Ecosystem en Red Hat América Latina
Colaboración, resiliencia, diversidad, logros compartidos. Todos estos son términos que asociamos con las comunidades. Ese sentido de pertenencia. Además, ese espacio seguro donde las ideas florecen cuando todas las voces suman. Es el verdadero camino hacia la innovación. En una época del año tan importante para la comunidad LGBTQ+ y la sociedad, es un gran momento para reflexionar sobre cómo desde las empresas, y, en particular desde Red Hat, brindamos nuestro apoyo para que todas las personas estén representadas.
El código abierto es una metodología de colaboración probada para crear tecnología. Ser open es ser abierto. Ser transparente en un mundo competitivo. Enfrentarse a normas de juego que, en más de una ocasión, hay que romper. Si tomamos por un instante las características del código abierto, veremos que son las mismas que aquellas que identifican la lucha de la comunidad LGBTQ+. Es decir, transparencia, fiabilidad, flexibilidad y colaboración abierta.
Nos enorgullece hablar de la industria de la tecnología, principalmente con el open source en su centro. Esto como un universo diverso y repleto de posibilidades. La diversidad es uno de los ejes que hace que la maquinaria continúe funcionando y la innovación siga ocurriendo. Es por eso por lo que debemos continuar abogando por la construcción de equipos llenos de diversidad.
Es cierto que aún queda camino por recorrer. Más allá de los esfuerzos individuales por crear estos espacios, es necesario del trabajo colectivo para llevar a cabo iniciativas que alienten y potencien una mayor diversidad.
Pero no confundamos ser soft con no dar una pelea justa. Así como libre, cerrado y código abierto no son lo mismo, ser transparente y abierto no implica ser tibio. Los cambios que se llevan a cabo dentro de la industria requieren de compromiso y sostenimiento en el tiempo. No existen las casualidades en la construcción de un ecosistema abierto y diverso. Sino que es el resultado de esfuerzos compartidos y un cambio de mentalidad y paradigma acompañado por los cambios sociales.
Según un informe de The Linux Foundation, basado en la comunidad de Estados Unidos, publicado en diciembre de 2021, el 17% de los contribuyentes en comunidades de open source se identifican como lesbianas, gay, bisexuales, asexuales o queer. Y solo el 4% como no binarios.
Esto no es una cuestión de compartir una visión utópica de la industria y de la sociedad. Sino que es un manifiesto de la voluntad de acompañar los cambios que vienen sucediendo hace tiempo, en algunos aspectos más rápido que en otros. Como propulsores del cambio, la apertura, diversidad, y el trabajo en comunidad, es nuestro deber asegurarnos que todos tenemos un rol y un lugar en la innovación.
Se trata de crear una cultura de empatía y respeto entre nosotros, nuestros clientes y las comunidades en las que vivimos y trabajamos. En este espacio de pertenencia y seguridad psicológica, podemos aportar nuestro yo auténtico para asumir riesgos y ofrecer la innovación que nuestros clientes y el ecosistema necesitan y esperan.
La diversidad es contar con las personas. La inclusión es que todas cuenten. Muchas veces utilizamos estos conceptos como sinónimos cuando en realidad son complementarios. Sin diversidad no hay inclusión posible.
Celebrar cada una de las identidades, únicas e irrepetibles, y construir un lugar representativo donde todas las voces se escuchen, no debe ser una idea revolucionaria dentro de las compañías. Debe ser la norma, ya que si construimos una comunidad que reciba a todos, tendremos muchas más ideas. Y lo importante son esas grandes ideas que ayudan a las comunidades, instituciones, regiones y todos aquellos que se vean impactados por los resultados de la colaboración y la innovación en tecnología. Si las ideas son importantes, más aún lo son las personas detrás de ellas que deben ser respetadas y escuchadas para que tengamos un mundo mejor.
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