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Por: Jason Iong, director de Canales de Distribución de Schneider Electric Centroamérica.
La fuerza laboral de muchas empresas en la región centroamericana tuvo que adaptarse para hacer de sus hogares espacios adecuados para el trabajo. Una de las atenciones que deben ponerle las empresas a ello es la forma de reducir riesgos energéticos ligados a esta modalidad de trabajo.
Durante el segundo trimestre del 2020, unas 23 millones de personas estaban en teletrabajo en América Latina y el Caribe, detallan las estimaciones preliminares de la Organización Internacional del Trabajo (OIT).
Esto representa entre el 20 y 30% de los asalariados que estuvieron, efectivamente, trabajando. Antes de la pandemia, esa cifra era inferior al 3%, agregan datos de la ONU.
Este paradigma nos lleva a pensar que para laborar desde casa, todo lo que se requiere es una computadora. Así como conexión a Internet con una velocidad adecuada. Pero obviamos, muchas veces, analizar si estamos sumando amenazas con la incorporación de aparatos que utilizan energía eléctrica. Esto a espacios que no estaban pensados para funcionar como oficina. Es decir, el diseño de la instalación eléctrica de nuestros hogares fue planeado para funcionar de forma eficiente y segura de acuerdo a la demanda habitual. Y con los electrodomésticos tradicionales.
Identificar los nuevos riesgos energéticos que han surgido con el teletrabajo, nos permite gestionar los riesgos de mejor forma. Es posible prevenir incendios, lesiones a las personas y daños a nuestros bienes, si tomamos medidas. Así como adecuamos los espacios para continuar con nuestras actividades laborales desde nuestras casas. Hacer ajustes no requiere de una inversión grande y puede significar incrementar la seguridad del hogar. Al mismo tiempo que se aplican mejores prácticas energéticas.
Es muy temprano para predecir el alcance del teletrabajo. No obstante, esta modalidad vino para quedarse. En el contexto del confinamiento, fue una de las medidas más utilizadas para la continuidad laboral. Pero también supuso un reto para los trabajadores y las empresas que tuvieron que implementarlo con premura, sin tomar en consideración diversas implicaciones a nivel de seguridad física y virtual.
El incremento en dispositivos que requieren conexión eléctrica, sumado a la carencia de tomacorrientes, ha incrementado el uso de extensiones o regletas. Este tipo de recursos son aceptables y seguros si se usan correctamente. Pero pueden convertirse en una amenaza cuando se excede la cantidad de aparatos conectados a la vez. Y se ha perpetuado el uso de recursos que debieron ser temporales.
El uso inadecuado de las instalaciones eléctricas y fuentes de poder pueden ocasionar, en el peor de los casos, incendios. Así como dañar o restarle tiempo de vida a los dispositivos electrónicos. Por lo que es necesario supervisar el funcionamiento y riesgo de este. O bien optar por el cambio de electrodomésticos antiguos, que no cumplen las normas de seguridad más recientes y hacer evaluaciones periódicas para evidenciar si hay tomacorrientes e interruptores defectuosos.
La inestabilidad del servicio de energía puede también ser un riesgo energético para la continuidad de las labores y el cuidado de los electrónicos. Los cuales son muy sensibles y pueden ser afectados debido a cambios de voltajes o cortes de luz. También hay electrodomésticos que, al encenderse, como las lavadoras, por ejemplo, generan pequeños picos. Los cuales, con el tiempo, pueden dañar los aparatos eléctricos del hogar. Incluidos los que utilizamos en el espacio de oficina.
Para la protección de la computadora, impresora u otros dispositivos eléctricos que se emplean en el espacio de trabajo, se recomienda instalar un supresor de electricidad. El cual se encarga de recibir la descarga eléctrica en caso de que haya un pico, evitando así que los aparatos eléctricos se dañen. Los supresores pueden instalarse en la caja de breaker, con ayuda de un electricista certificado, o directamente en el equipo que se va a proteger. Además, se puede prever un doble blindaje utilizando una regleta supresora para conectar los aparatos a los tomacorrientes.
Otro recurso muy útil es la incorporación de una fuente de alimentación ininterrumpida o UPS. La cual permite a las personas instalarla fácilmente en cualquier lugar de la casa. Así como conectar los aparatos electrónicos favoritos o que más utiliza y contribuir a una energía limpia. Además, es muy accesible y está disponible en diversos tamaños, según los requerimientos de cada hogar.
Aún cuando se levanten o se modifiquen las restricciones, las empresas continuarán fomentando el trabajo desde el hogar. Por eso, es crucial identificar riesgos energéticos y gestionar riesgos energéticos relacionados al home office. Las prácticas seguras, medidas preventivas e inversión en equipos de protección energético nos permitirán tener espacios seguros de trabajo.
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