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Por: Eduardo Kopper, Presidente de Sunshine.
En Semana Santa, entre las 12md y 1pm, Alemania obtuvo más del 90% de su energía de fuentes renovables, pero lo más impresionante fue que el precio en la bolsa de energía de ese país bajo hasta menos $8.30/kWh – sí, un precio negativo: ¡se le paga a quien consuma electricidad!
Hasta hace solo unos años una llamada internacional era cara, toda correspondencia requería de una estampilla, y para escuchar la canción favorita había que comprar el disco. Hace tres años un amigo en la industria me preguntó si creí que la energía llegaría algún día a ser gratis, y le respondí que la energía siempre ha sido gratis, lo que nos cobran es el costo de transformarla y transportarla. La energía no se crea ni se pierde, solo se transforma.
Desde la revolución industrial hemos transformado la energía en grandes centrales para disminuir los costos vía economías de escala y por ende ha sido necesario transportarla hasta su sitio de consumo. Tanto combustibles como electricidad buscaron la forma de ser distribuidos dentro de nuestra sociedad, y al no tener mejor alternativa, su costo lo absorbimos todos.
Al igual que con la llamada de teléfono, la estampilla y el disco, la tecnología en la industria energética ya está logrando una transformación radical y acelerada. Con el panel solar la energía se transforma en el mismo sitio donde se consume, y con las nuevas baterías su transporte y almacenamiento queda en manos del consumidor final. Por ende, cada consumidor muy pronto podrá decidir qué energía usar y por cual pagar.
La disrupción entonces acontece cuando el costo de transportar la energía desde las viejas centrales sea superior al costo de transformar la energía en el mismo sitio de consumo. Al ritmo actual de descenso de los precios de las nuevas tecnologías esta disrupción en nuestro país acontecerá antes del 2030.
De la misma manera que cada uno de nosotros puede almacenar agua de lluvia sin costo alguno para el uso que queramos, ya hoy podemos transformar y almacenar energía sin costo alguno. Si bien hay que hacer una inversión un tanto mayor para la energía que para el agua de lluvia, una vez recuperada esa inversión tanto el agua de las nubes como la luz del Sol son, por ahora, gratis para todos.
Hace justo tres años, abril 2016, nuestro país optó por permitir a consumidores instalar paneles solares, aunque con limitaciones. A hoy con más de 1,000 instalaciones operando en techos a lo largo del país podemos aseverar que la inversión se recupera en promedio en 5 años, sobre paneles con una vida útil garantizada de 25 años y un mínimo mantenimiento. Por consiguiente, esos consumidores que ya optaron por lograr su propia electricidad tendrán al menos 20 años de energía gratis gracias al Sol.
Mientras que en Alemania en promedio solo cuentan con 3.08 horas de radiación solar al día, en Costa Rica contamos con 5.35 horas por día. Cuesta explicar entonces porque pagamos tarifas tan altas por nuestra electricidad, y más aun porque siguen subiendo cuando gracias a la tecnología deberían ir bajando. Parece ser que nuestros logros del pasado en temas energéticos hoy nos impiden ver hacia el futuro. Limitamos los avances tecnológicos en defensa del estatus quo a costas del consumidor y nuestra competitividad país. La energía debe ser gratis – hagamos el cambio.
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