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Los ataques de ansiedad suelen estar muchas veces ligados a la alimentación, esto porque cuando una persona pasa por algún episodio que le genera estrés busca comida. Lo primero para entender como luchar contra esos ataques de hambre o ansiedad es distinguir y llegar a conocer al “enemigo”.
No siempre es hambre, no siempre es ansiedad, no siempre es sed. ¿Cómo distinguirlos? la clave está en ser más conscientes de lo que consumimos.
“Esta es un vínculo social asociado a felicidad y plenitud, por eso antes de comer algo, que no sea saludable para nuestro cuerpo, pregúntese: ¿Tengo hambre? ¿Siento aburrimiento? ¿Me siento en soledad? ¿No sé qué quiero comer, solo sé que quiero comer algo? Ese es el primer paso para reconocer que sensación es la que nos podría dominar, explicó la nutricionista Melania Cevo, de Consultas Nutrición.
El apetito se puede clasificar en diversos tipos, por ejemplo, hambre nutricional, hambre televisiva, comercial, por aburrimiento, por enojo o malestar emocional, hambre de la tarde, por estrés, premenstrual, mental o emocional, visual o paliativa, social o de celebración.
Es importante desmitificar ese miedo a las meriendas, el cuerpo necesita consumir alimentos cada 3 horas aproximadamente, parte la clave para dejar de picar o comer mal, es realizar todos los tiempos, que, en una persona conocida como sana, deberían ser de 5 a 6, es decir realizar, desayuno, merienda, almuerzo, merienda, cena.
Consultas Nutrición le brinda 10 meriendas con menos de 200 calorías, altas en fibra y ricas en vitaminas y minerales que pueden colaborar en momentos de tensión:
Recuerde que una dieta saludable no implica dejar de comer todo tipo de productos, sino aprender a consumirlos de forma adecuada y en las porciones recomendadas por su nutricionista.
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