19 septiembre, 2024

Síndrome del falso millonario intelectual; un mal neuro-social

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Por: Dr. Juan Diego Sánchez Sánchez, Ph.D Asesor y analista financiero, abogado, profesor e investigador

Por: Dr. Juan Diego Sánchez Sánchez, Ph.D
Asesor y analista financiero, abogado, profesor e investigador

La sociedad como colectivo de convivencia, no es ajena al establecimiento de normas de coexistencia y de interrelación entre las personas, mismas que pueden devenir de imposiciones positivas dadas por la normativa jurídica, o bien, por las mismas reglas no escritas de carácter sociológico, las cuales establecen los parámetros de convivio pacífico y de respeto a terceros, que usualmente han sido definidas por el precepto de la libertad individual, pero con el respeto a los límites del espacio y opiniones de los demás.

En este contexto, las mismas normas sociales han definido el accionar de los individuos dentro del colectivo, generando en algunos casos, perfilaciones psico-sociales que devienen en patrones de conducta que evidencian la realidad, o bien, la apariencia de ciertos individuos. Claramente, y quizás por la misma naturaleza humana asociada a la supervivencia y la envidia social, coligada al núcleo accumbens y a la ínsula, la persona siente la necesidad de aparentar y ser aquello que no se es, esto aún en contra de su misma capacidad adquisitiva y poder económico, repercutiendo muchas veces en la necesidad de incurrir en deudas insostenibles, esto en aras de lograr mantener una imagen que genere dopamina de corto plazo, es decir un falso sentimiento de felicidad.

De lo anterior surge el concepto del síndrome del falso millonario, cognición de carácter neural, que señala una autopercepción de la persona con base en un poder monetario y un estatus económico muy por encima de su situación, aspecto que refleja una alteración del funcionamiento de la interpretación de la realidad, con incidencia en el lóbulo frontal, donde la noción del contexto objetivo es alterada, la capacidad sináptica tiende a reducirse, esto en aras de lograr mantener un flujo de neurotransmisores que logren sostener su ideal monetario inexistente.

El problema va más allá, pues si bien es cierto, una aproximación neuro-conductual es la percepción y la auto cognición del individuo con una situación monetaria diferente a la real, otra distinta es el flujo financiero necesario para mantener dicha posición, y al estar la persona en un estado de negación, en particular por una generación de neurotransmisores que bloquea la percepción de la realidad objetiva, su respuesta para mantener el estatus creado, tiende a ser la deuda y la utilización excesiva de instrumentos del mercado, tales como los adelantos de salario, las tarjetas de crédito, lo préstamos y otros, que no necesariamente son lesivos en si mismos, pero que con un uso neuro aplicativo basado estrictamente en emociones, resultan ser dañinos.

Ahora bien, el lamentable patrón neuro-conductual antes indicado, no es tan poco usual como se quisiese, y suele darse en todos los niveles sociales, en mayor o menor medida, no obstante, en el contexto actual, es observable otro síndrome adicional que resulta ser incluso de mayor lesividad para la persona, entiéndase el del falso intelectual. Este comportamiento se da cuando la persona se crea una idea de contar con el acervo de conocimientos técnicos y conceptuales en referencia a temas de fondo que impacten la ciencia y la técnica, para las cuales nunca ha sido capacitado, o ha estudiado, entendiendo acá la formación formal e informal, sino más bien, las ideas expuestas por la persona son meras conjeturas basadas en opiniones de terceros sin fundamento.

El síndrome del intelectual falso, al igual que el primero mencionado, revela una alteración de la realidad subjetiva, pero en particular atención, con ligamen al lóbulo frontal izquierdo, pues se evidencia una pérdida en la noción de la objetividad intelectual y pragmática de las cosas evidenciables en el mundo material, incurriendo la persona en la expresión de ideas, que incluso pudiesen resultar dañinas a terceros, pues en esencia, estaría opinando sin criterio de causa, y sin dominio de la temática, revelando una dopamina de corto plazo, basada en una falsa aceptación intelectual que claramente no es real.

Al cruzar ambos patrones vistos, entiéndase el falso millonario y el seudo intelectual, sin duda se estaría ante una perspectiva neuro-conductual bastante dañosa para la persona, pues no solamente se tendría una pésima gestión de las finanzas personales, esto en aras de mantener un estatus inexistente, sino que se tendría una especie de convencimiento de la realidad individual, cayendo en un sesgo heurístico de autovalidación por una intelectualidad que tampoco resulta ser cierta, generando afectaciones en la capacidad sináptica de la persona, quien en esencia termina por creer la realidad falsa que ha creado.

Sin duda la mejor herramienta y defensa para estos síndromes es la educación y el autoaprendizaje, resaltando la compresión financiera de las cosas en su estado objetivo, así como la humildad intelectual en la aceptación de aquello que se conoce y todo lo que se desconoce.

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