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Por: Luis Diego Loaiciga, experto en IA aplicada en Recursos Humanos y CEO de American Talent Job.
La Inteligencia Artificial (IA) está transformando el mundo empresarial y laboral. Con ello permitiendo una mayor eficiencia y productividad en diversas áreas. Sin embargo, a medida que la IA se integra a los procesos de negocio y en la gestión de los recursos humanos, surgen una serie de preocupaciones éticas y legales.
En un panorama en el que la Inteligencia Artificial carece de regulaciones específicas en muchos países, incluido Costa Rica, se plantea un debate ético en torno a su uso. Ello especialmente en lo que respecta a la privacidad y la seguridad de los datos personales.
La Inteligencia Artificial puede afectar los derechos de los trabajadores. Por ejemplo, el derecho a la privacidad y el derecho a un ambiente laboral seguro. Las empresas pueden sumarse al análisis legal y moral de esta tecnología a través de la implementación de un marco ético. El cual incluya principios básicos como la transparencia, la privacidad, la responsabilidad y la seguridad. Este debe construirse en colaboración con expertos en ética, abogados y otros stakeholders relevantes.
Además de los principios mencionados anteriormente, es esencial considerar aspectos como la transparencia en el uso de los algoritmos. Además de la equidad y la responsabilidad y no discriminación en la toma de decisiones. También la privacidad y protección de los datos personales, la seguridad y fiabilidad de la tecnología. Así como la colaboración con la sociedad en el desarrollo y uso. Esto sin dejar por fuera las normas legales, regulaciones y los valores organizacionales que apliquen en cada caso específico.
En la práctica, se recomienda que las organizaciones no deleguen la construcción de los algoritmos en terceros. Sino que mantengan un control efectivo sobre ellos y sobre las aplicaciones de IA que implementan con sus colaboradores.
Es importante que las empresas sean conscientes de cómo funciona el algoritmo. Además de cómo se toman las decisiones para que puedan asegurarse que este no tenga sesgos o prejuicios. El tener control sobre el algoritmo permite también personalizar las aplicaciones de Inteligencia Artificial para que se adapten mejor a las necesidades específicas de cada compañía. Y que sean más efectivas en la gestión de su capital humano.
Las empresas que no tienen control sobre los algoritmos en sus plataformas de IA se exponen a riesgos significativos. Por ejemplo, sesgos, falta de transparencia, responsabilidad, pérdida de confianza y violaciones de privacidad. Estos riesgos dificultan la toma justa y equitativa de decisiones, así como la protección de los datos personales de sus colaboradores.
Hasta la fecha, no se ha conocido ningún país que haya prohibido el uso general de la inteligencia artificial. No obstante, algunos países han establecido regulaciones específicas para limitar o prohibir ciertas aplicaciones. Por ejemplo, como el reconocimiento facial o la toma de decisiones automatizadas en ciertos campos, como el sector financiero o la atención médica.
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