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Por: Ronald Arce, director del CLACDS/INCAE.
El 22 de abril se celebró el Día Mundial de la Tierra. Esta es una fecha importante para reflexionar sobre la importancia del planeta como nuestro hogar. Así como la influencia que los seres humanos tenemos en él. Pero también, en este día, resulta crucial considerar el papel de las empresas ante el desafío del cambio climático. La cual es la principal amenaza que enfrenta nuestro planeta.
El cambio climático afectará de manera desigual a las personas y a los países. Ello concentrándose principalmente en aquellos lugares donde hay menores condiciones de infraestructura y servicios básicos. En general, la infraestructura será cada vez más vulnerable si no se tienen en cuenta las condiciones climáticas cambiantes en su diseño. Según el informe del Panel Intergubernamental sobre Cambio Climático (IPCC, 2022), entre 3,300 y 3,600 millones de personas viven en contextos altamente vulnerables al cambio climático. Lo que afectará su seguridad física y calidad de vida.
A nivel global, el cambio climático es considerado una de las principales amenazas. Los resultados del informe de riesgos globales del Foro Económico Mundial (WEF) apuntan a que los eventos climáticos extremos y la falta de acción para mitigar el cambio climático son dos de los cinco principales riesgos para los próximos dos años. Los cuatro primeros riesgos identificados en los próximos 10 años están relacionados con el cambio climático.
En el ámbito de las empresas, cada vez hay más conciencia sobre el cambio climático y la necesidad de tomar medidas al respecto. Existen tres abordajes de cómo las empresas enfrentan este desafío. No hacer nada, consideran que no es un asunto de negocio. Un enfoque de gestión de riesgos. Y tercero, un enfoque que combina la gestión de riesgos con la búsqueda de oportunidades.
La primera opción es la posibilidad de adoptar una actitud pasiva y continuar con los negocios de manera tradicional. Sin embargo, este enfoque pasivo conlleva riesgos. Como la pérdida de mercado, especialmente en mercados más sofisticados que exigen un mayor compromiso por parte de las empresas. Además, los inversionistas cada vez más consideran los temas ambientales y sociales como elementos de decisión a la hora de invertir. Ello podría generar mayores costos de capital para aquellas empresas que no adoptan políticas y estrategias climáticas.
Bajo el enfoque de gestión de riesgos las empresas identifican los riesgos y formulan estrategias de mitigación. El riesgo físico es el más evidente. En él se originan de las amenazas inmediatas que genera el cambio climático. Por ejemplo, la interrupción de las operaciones de la empresa debido a los fenómenos naturales que cada vez son más comunes. El segundo tipo de riesgo que debe examinarse es el riesgo de transición. Este está relacionado con el costo potencial para las empresas de adaptarse a los cambios en políticas, leyes y otras regulaciones. Un tercer riesgo es la responsabilidad. Esta surge de la falta de mitigación, adaptación, divulgación o cumplimiento de las cambiantes expectativas legales y reglamentarias.
Identificar los riesgos a los que se enfrenta la empresa es el primer paso. Una vez concluido este proceso, se deben analizar internamente y desarrollar una estrategia de gestión de riesgos y mitigación efectiva. Los riesgos climáticos deben considerarse como riesgos comerciales centrales, y su mitigación debe formar parte de la estrategia comercial en su conjunto. No solo como un elemento aislado de la actividad empresarial.
La atención del cambio climático brinda nuevas oportunidades de negocio. La revisión de procesos para reducir emisiones o gestionar riesgos puede identificar “nuevas formas de hacer las cosas”. Además, reducir el uso de materiales o energía. Lo mismo ocurre cuando se analiza desde un punto de vista de adaptación. También existe la posibilidad de desarrollar productos que contribuyan a aportar soluciones a la emergencia climática abriendo nuevos mercados en los cuales la empresa no tiene presencia actual o atender a nichos de consumidores sensibles al tema.
Cuando consideramos la complejidad de las decisiones estratégicas que deben asumir las empresas, comprendemos que estas decisiones deben partir desde el más alto nivel. Existe la oportunidad de generar un mayor rendimiento a mediano y largo plazo. Ello, mientras se identifican, evalúan y gestionan el modelo de negocio actual, a la vez que se invierte y transforma el modelo de negocio pensando en el mediano y largo plazo.
Este no es un proceso automático. Requiere de una estrategia que incorpore los elementos de sostenibilidad como parte esencial del negocio y el involucramiento y compromiso de las diferentes áreas de la empresa. Pero desarrollar productos, revisar procesos, son características propias de una cultura de innovación. Y el cambio climático puede potenciar el desarrollo de esta, y contribuir a crear ventajas competitivas que nos hagan una mejor empresa.
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