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Por: Dr. Juan Diego Sánchez, Ph.D, asesor financiero empresarial, abogado, profesor e investigador.
El tipo de cambio, entendido como la cantidad de unidades monetarias nacionales necesarias para la obtención de una moneda extranjera, usualmente definida por el dólar estadounidense, encuentra su ubicación más alta en el sistema de bandas cambiarias que rige esta variable en el país. Este tema repercute de forma directa en la conducta de las personas. Esto particularmente en aquellas con obligaciones en esta moneda, incidiendo en su patrón conductual de pagos y consumo.
El concepto anterior tiene una afectación inmediata en los deudores con obligaciones dolarizadas y con ingresos en colones, señalando una correlación directa por el incremento de la tasa de cambio. Esto denota la necesidad de destinar más colones para la cobertura de la cuota de la obligación pecuniaria de la persona. Este movimiento cala en la proporción marginal de consumo del individuo, la cual es definida por la cantidad porcentual dineraria destinada por una unidad microeconómica para el consumo de bienes y servicios. Este rubro se ve reducido al necesitar más unidades monetarias nacionales para poder honrar la cuota de la deuda dolarizada.
A lo anterior, debe adicionarse el concepto de la crisis. El cual encuentra su definición en la precisión de una situación a la cual el cerebro no puede dar un cierre. O, al menos, no le es posible proyectar de forma racional una final aceptable en términos neurales y analíticos. Detallando en este punto, al no observarse una posición clara en referencia a la eventual estabilización del tipo de cambio, es virtualmente imposible, desde una óptica neural, dar una proyección aceptable en términos del cierre de la situación en cuestión. Señalando, incluso, cogniciones dadas para escenarios más lesivos para la persona, generadoras de cortisol y ansiedad.
Aunque no es esperable una caída en el tipo de cambio, al menos en el corto plazo, situación que claramente afecta la conducta de consumo y deuda de las personas, es menester individual realizar un análisis estructurado y serio. Esto en referencia a las eventuales posibilidades de un incremento sostenido en la variable cambiaria. Incluso, puede considerarse la conversión de la obligación en dólares a moneda nacional. Sin embargo, deben ponderase con precisión los costos asociados de dicha transacción. Así como el prorrateo de la tasa de interés versus el efecto del diferencial cambiario.
Sin duda, la información clara y el análisis racional, son las mejores defensas contra la economía de la crisis neural, donde el uso del pensamiento sináptico debe privar en la decisión.
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